El siguiente artículo se publicó en la sección de «Cartas al Director» de varios periódicos nacionales en diciembre de 2000. En el siguiente enlace tenemos una publicación actualizada sobre el debate del comienzo de la década: El curioso debate artificial sobre la década 2021 y el decenio de los años 20
Cuando en 1996 oí con asombro cómo se anunciaban los juegos de Atlanta como últimos juegos del Siglo XX, pensé que algunos creían que “el principio significa el final”, y es que en los tiempos que corren, cuando nos acercamos a un acontecimiento irrepetible en nuestra dilatada historia, esos “algunos”, que son muchos y representan los medios de comunicación en su totalidad, se empeñan en destruir por completo el significado que tiene para el mundo occidental entrar en un nuevo milenio. Los mismos que cuatro años después vuelven a vendernos Sydney como los últimos juegos del milenio. ¿En qué quedamos? Los mismos que han montado el irrisorio y espantoso fraude publicitario del efecto 2000 (nunca entendí qué dificultad tiene pasar archivos de un ordenador a otro, más teniendo años para hacerlo).
No sé si a Arthur C. Clarke le dará igual, pero su magnífico relato Odisea 2001 ha quedado profanado por completo. Podía haber escrito Odisea 2000.
Nos tendremos que conformar con la desinformación y desfachatez de toda la prensa española, a la que le da absolutamente igual. Yo creo que saber cómo funciona nuestro calendario merece que se le dedique un poco de tiempo, al igual que se nos enseñó el sistema métrico y aprendimos a sumar y restar.
Luego están los medios de ocio como la televisión, que con su particular cruzada para lograr la rápida analfabetización de las nuevas generaciones hacen el resto. Que si el año pasado fueron los últimos San Fermines, última liga de fútbol o último lo que sea del siglo XX; que si este año vuelven a ser los últimos… Parece que está de moda y es más importante sacrificar información o cultura con tal de adornar una noticia. En alguna ocasión sacan el tema, se toman todo a broma y hasta montan debates jocosos en torno a ello. ¡Es más serio que todo esto!
No dudan en echar abajo la compleja tarea del Papa Gregorio XIII en 1582 de conseguir que el equinoccio de verano no se atrasara, reformando nuestro calendario por última vez con la regla de los años no bisiestos de fin de siglo (hay que recordar que éste año lo es por ser divisible entre 400). Seguro que el Papa nunca se imaginó que siglos después algunos intentarían emularle cambiando las cosas, inventándose algo tan aberrante como es el año 0, ¡¡¡para un calendario ordinal!!!, o sea, y por si alguno no sabe de qué estoy hablando; en lengua inglesa se dice; primero de enero, segundo de febrero etc… y los años se contabilizan también como primeros, segundos…
Al margen de todo lo dicho, esto no es necesario para explicar que no está documentado otro año mas que el 1 A.D, conocido como Annus Domine o año del Señor, el cual es el primer año del calendario Romano. Si el calendario a lo largo de sus múltiples reformas se basó siempre en esa premisa, que no se digan más tonterías.
Cómanse ustedes once uvas si lo prefieren y contabilicen la número 0, pero yo celebraré por todo lo alto la entrada en el tercer milenio