La reciente aparición de imágenes generadas por inteligencia artificial (IA) que mostraban a Taylor Swift en situaciones explícitas ha generado una fuerte controversia en las redes sociales. Estas imágenes, que se viralizaron en la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter), alcanzaron más de 27 millones de vistas en tan solo 19 horas antes de que la cuenta que las publicó fuera suspendida. Este incidente ha provocado una respuesta significativa tanto de la opinión pública como de entidades gubernamentales.
La plataforma X ha reaccionado bloqueando las búsquedas relacionadas con Taylor Swift en un intento de limitar la difusión de estas imágenes. Según SAG-AFTRA, la propagación de imágenes falsas, especialmente de naturaleza obscena y sin consentimiento, debe ser ilegalizada. La Casa Blanca, por su parte, ha expresado su preocupación, calificando la difusión de estas fotos como «alarmante» y subrayando el impacto desproporcionado que este tipo de contenido tiene en mujeres y niñas, quienes son los principales blancos de estas prácticas.
Taylor Swift, conocida por su poderosa influencia y base de fans leales, podría ser una figura clave en impulsar legislaciones que aborden esta problemática. La situación ha generado un amplio debate sobre la necesidad de una regulación más estricta en cuanto al uso de la tecnología de IA para crear deepfakes y otros contenidos digitales no consensuales.
Esta no es solo una cuestión que afecta a celebridades; personas comunes, incluidas jóvenes y adolescentes, también han sido víctimas de deepfakes sexuales explícitos. El fenómeno de los deepfakes, impulsado por avances en IA, ha hecho que la creación de estos contenidos sea más fácil y económica, aumentando así su prevalencia.